Un día como hoy, hace 81 años, caía en poder de las tropas paraguayas el fortificado reducto del fortín Boquerón, convertido por el Gobierno de Bolivia en símbolo político tangible de su ocupación militar del Chaco paraguayo. Por su trascendencia político-estratégica, tanto para el Paraguay como para Bolivia, Boquerón puede ser considerada como la madre de todas las batallas libradas durante la guerra. La experiencia muestra, sin embargo, que las naciones no pueden hipotecar su porvenir por sentimientos de resentimiento, encono o revanchismo. En este contexto, una alianza estratégica con Bolivia sería de gran conveniencia para ambas naciones y constituiría el más perdurable tributo rendido a la memoria de los héroes de Boquerón.

Por su trascendencia político-estratégica, tanto para el Paraguay como para Bolivia, Boquerón puede ser considerada como la madre de todas las batallas libradas durante la guerra.
Al retrotraer a la memoria colectiva el recuerdo de los héroes de Boquerón –bolivianos y paraguayos– que regaron con su noble sangre el mítico fortín en defensa de lo que creían era su deber como ciudadanos, cabe escuchar los pasos de la historia y rescatar lo más valioso que quedó de ese conflicto bélico que conmovió la conciencia de dos pueblos hermanos “que se agredieron por la incomprensión de los hombres”: la paz entre ambas naciones, un bien tal que no se puede desear otro mejor, ni poseer otro más útil, al decir de San Agustín.
La historia nos confirma que la paz es el mayor triunfo que se puede conseguir en la guerra, pues ella es más segura que una victoria por medio de las armas. Llegado, es, pues, el tiempo en que los Gobiernos de Bolivia y Paraguay pasen de los discursos retóricos de buena vecindad y pacifismo a una iniciativa pragmática para promover a través del Chaco una fructífera integración económica que propenda al desarrollo de las potencialmente ricas regiones limítrofes, mediante obras de infraestructura de interconexión vial, intercambio de electricidad por petróleo y gas, un puerto franco para Bolivia sobre aguas profundas del río Paraguay y un parque industrial conjunto en las cercanías de Mariscal Estigarribia, aprovechando el aeropuerto que allí se encuentra. La promoción comercial que de ello resultare será de gran provecho para mejorar la calidad de vida de los pobladores de la región, incluidos los pueblos originarios históricamente marginados. Más aun teniendo en cuenta la desventaja geopolítica de la mediterraneidad que afecta a ambos países. La concreción de ese sueño inducido por los horrores de la guerra y por primera vez expresado por los comandantes en Jefe de ambos ejércitos contendores, generales José Félix Estigarribia y Enrique Peñaranda, en ocasión de darse las manos en el encuentro que tuvieron a instancias de la Comisión Militar Neutral tras el cese de fuego, debe ser rescatada de la trastienda de la historia y relanzada como política de Estado de buena vecindad por los Gobiernos de ambos países.
Una real integración económica de Bolivia y Paraguay a través del Chaco redundará también en beneficio de la seguridad fronteriza, pues los narcotraficantes y el crimen organizado ya no podrán aprovecharse impunemente del descontrolado espacio aéreo de la región ni de los atajos viales para transportar sus cargamentos ilícitos a través de nuestras virtualmente desguarnecidas fronteras.
La experiencia muestra que las naciones no pueden hipotecar su porvenir por sentimientos de resentimiento, encono o revanchismo. En ese contexto, una alianza estratégica con Bolivia sería de gran conveniencia para ambas naciones y constituiría el más perdurable tributo rendido a la memoria de los héroes de Boquerón.
Como lo expresara recientemente en su discurso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, el presidente Horacio Cartes está decidido a convertir al Paraguay en un país claramente elegible para las inversiones, aprovechando las importantes ventajas comparativas de las que goza como país pivot en el corazón del continente suramericano, entre ellas la gran disponibilidad de energía eléctrica y un sustancial crecimiento económico sostenido. Bolivia, por su parte, mediante un rápido acceso al Río de la Plata a través del Chaco y del río Paraguay, puede hacer más competitivas sus exportaciones, reduciendo el sobrecosto de la mediterraneidad de sus mercancías. Es más, el presidente Cartes ha sido enfático al señalar que la diplomacia paraguaya no va a estar subordinada a necesidades de política interna ni de ideologías, sino al interés nacional, por lo que cabe esperar que las relaciones bilaterales del Parag
uay con sus vecinos no se vean contaminadas por tales prejuicios.
El Chaco paraguayo y la batalla de Boquerón tendrán siempre resonancia épica en la memoria colectiva del pueblo paraguayo. Pero no por eso olvidaremos que por una cruel ironía del destino ese pedazo de territorio nuestro fue también consagrado por la noble sangre de los soldados bolivianos que dieron su vida en la contienda bélica. Se trata de un legado humano de solidaridad y de heroísmo que tiene que ser rescatado del olvido e invocado como un sentimiento de fraternidad entre nuestras naciones, en particular en estos tiempos en que de nuevo recrudecen la inseguridad y la violencia en diversos rincones del planeta.
http://www.abc.com.py/edicion-impresa/editorial/paraguay-y-bolivia-tienen-una-deuda-de-gratitud-con-los-heroes-de-boqueron-623070.html