domingo, 29 de septiembre de 2013

Qué aprender de Argentina...

En una conferencia pronunciada la semana pasada por el controvertido economista argentino Carlos Melconian,  él explicó en detalle la terrible situación económica de la Argentina. Esta conferencia despertó en mí un sentimiento de dolor, al ver tan deteriorado a ese hermoso y riquísimo país, donde tengo grandes amigos y un hijo estudiando.

En la década del cuarenta, Argentina ya era una democracia cuando aún en Europa gobernaban sangrientas dictaduras, un país donde no existía el hambre cuando en toda América Latina se vivía en el atraso y la pobreza, un país que había eliminado el analfabetismo antes que Estados Unidos y Francia, un país con una enorme y cultísima clase media, un país… desarrollado.
¿Qué habrá pasado para que este riquísimo país tenga el triste honor de ser el único del mundo que, luego de haber alcanzado el bienestar y el desarrollo, haya retornado al atraso y al subdesarrollo?

Las causas han sido muchas, algunas políticas, otras económicas y muchas culturales, pero si tuviera que simplificar el análisis, me limitaría a tres.

Una se encuentra en los líderes que lo han gobernado en los últimos setenta años, comenzando con Perón en 1946, siguiendo con los varios presidentes militares y culminando con Menem y los Kirchner.

Todos fueron liderazgos fuertes, todos se creyeron salvadores de la patria y que la historia del país comenzaba y terminaba con ellos y todos ayudaron a destruir las instituciones que hacen que una sociedad funcione.

Todos estos “líderes fuertes” han sometido al Congreso, al Poder Judicial, al Banco Central y últimamente hasta a la Dirección de Estadísticas.

La segunda causa ha sido la corrupción y el populismo que ha impregnado la gestión de todos estos gobiernos.

Un Estado gigantesco y corrupto, que gasta en subsidios de todo tipo, que sumado a la “viveza criolla” para no pagar impuestos, generó déficits fiscales permanentes. Estos déficits fueron financiados con emisión de dinero causante de la hiperinflación o con préstamos causantes de varios defaults.

El tercer causante ha sido la “tecnocracia” que aparecía luego de los desastres del populismo político, para “arreglar” la situación por medio de diferentes “modelos”.

El más famoso de todos ha sido Domingo Cavallo –economista graduado en Harvard–, que había ideado el “modelo” de la convertibilidad y de las privatizaciones, como mecanismo para reducir el gasto público y salir de la hiperinflación.

El resultado técnicamente fue positivo, porque la inflación se redujo a casi el cero por ciento, pero… el 25% de la población se quedó sin trabajo, cientos de pueblos y ciudades se quedaron sin transporte público y el 51,7% de la población pasó a ser pobre o indigente.

De este fenomenal fracaso colectivo el Paraguay tiene que aprender lo que tiene que hacer, pero especialmente lo que no tiene que hacer.

Aprendamos a no tener “líderes mesiánicos” que se creen salvadores de la patria, y que la historia comienza y termina con ellos. Muchas cosas se han hecho mal en el pasado, pero también se han hecho bien y debemos construir sobre ellas.

Aprendamos a fortalecer nuestras instituciones, con un Congreso que promulgue buenas leyes (como la de responsabilidad fiscal aprobada esta semana), con un Poder Judicial independiente y con un Banco Central custodio de nuestra moneda.

Aprendamos a reducir la pobreza sin caer en el populismo y en el asistencialismo, que lo único que hacen es perpetuar la pobreza y la dependencia.

Aprendamos a poner a buenos técnicos en todas las instituciones del Estado, pero sin que esto signifique denigrar o eliminar la función de los políticos.

Recordemos que la política es el reino de los fines, mientras que la técnica es el reino de los medios, por eso la labor de los políticos es insustituible.

Por lo menos si queremos el desarrollo del país… en democracia.

http://www.ultimahora.com/las-ensenanzas-la-argentina-al-paraguay-n726879.html

1 comentario: