viernes, 4 de julio de 2014

Sin educación de calidad no hay futuro

El Foro Económico Mundial presentó hace algunas semanas su Informe de Competitividad Global que contiene resultados alarmantes para nuestro país, especialmente en lo que concierne a la educación. El Informe coloca a Paraguay en el lugar 138 de una lista de 148 naciones, solo unos puntos por encima de Burundi, en África; y de Haití, el país más pobre de América. El documento pone a la educación primaria y terciaria paraguaya en los rangos más bajos a nivel planetario.


En concreto, el análisis señala que es inapropiada la especialización de la fuerza laboral con miras a proyectos de innovación. Se hace particular mención del pésimo desempeño de la educación paraguaya en matemáticas y ciencias, materias fundamentales en cualquier proceso de formación.

El estudio del Foro Económico Mundial viene a sumarse a una considerable cantidad de documentos similares, elaborados por diferentes organizaciones e instituciones, que coinciden básicamente en el mismo diagnóstico: en las condiciones actuales la educación paraguaya no cumple ni remotamente sus propósitos y no tiene la menor utilidad como factor de crecimiento económico o de desarrollo social.

A juzgar por los resultados que saltan a la vista, los programas y currículos, los sistemas de evaluación y el modelo pedagógico en el aula carecen de eficacia y solo sirven para que el Estado “cumpla” formalmente con una de sus responsabilidades. Pero, en términos estrictamente prácticos y observando con objetividad nuestra realidad, es más que patente que los niños y jóvenes paraguayos no cuentan con las herramientas intelectuales, científicas y culturales para su desenvolvimiento como individuos y para la construcción de una sociedad más avanzada, justa y libre. Seguir creyendo que nuestras escuelas y colegios verdaderamente preparan a los chicos y jóvenes para los desafíos del presente y del futuro es una ilusión, un engaño, un callejón sin salida. Es imperioso, es urgente, emprender sin pérdida de tiempo una profunda transformación en la educación paraguaya. Para el Paraguay, que se encuentra entre los países más pobres y atrasados de la región, no existe absolutamente nada más prioritario que la educación de calidad.

Nuestro país podrá tener excelentes cosechas agrícolas, ganar más y mejores mercados para la carne, generar abundante energía, pero jamás podrá consolidar un crecimiento económico general y construir una sociedad libre y justa sin una apuesta radical y permanente por la educación.

En primer lugar, la formación docente, ya que los maestros son los actores protagónicos del proceso educativo. Cualquier cambio o mejora que se intente introducir en las escuelas, colegios y universidades de nuestro país debe asentarse en un sólido y sostenido trabajo con los docentes. En segundo lugar, es preciso también enfatizar la necesidad de mejorar la enseñanza de las materias básicas e instrumentales, como el lenguaje, las matemáticas y las ciencias.

Sin niños y jóvenes con una comprensión cabal de matemáticas y ciencias serán totalmente inútiles las computadoras más avanzadas.

Finalmente, es necesario poner el acento en la necesidad de invertir en infraestructura, equipamientos y capacitación mediante la aprobación de un presupuesto sustancialmente mayor a la educación. Las mejores intenciones naufragarán sin remedio si no se coloca a la educación como una prioridad absoluta al momento de la asignación de los recursos.

Estos ejes se vinculan a un objetivo central: convertir a la educación en una causa nacional, tomando conciencia de que es el único camino para superar el atraso, la ignorancia y la pobreza.

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