martes, 15 de octubre de 2013

Uruguay como espejo

¿Cómo hacer, en el futuro cercano, para obtener mano de obra calificada? Este es un interrogante que lleva a una porción cada vez mayor de empresarios a dejar de pre- cuparse para comenzar a ocuparse activamente del tema. 

En su edición dominical pasada, el colega El Observador de Montevideo recoge las siguientes reflexiones de un ejecutivo de Deres, una organización que reúne a las principales empresas de Uruguay que buscan desarrollar la Responsabilidad Social Empresarial de una manera eficiente y equilibrada: “El tema educación es clave para el funcionamiento del país, por eso no es casualidad que las empresas focalicen muchos de sus programas en el área educación. Hay una necesidad palpable, los indicadores así lo demuestran y no es casualidad que estén surgiendo iniciativas al respecto”.

Y estas iniciativas van más allá de una mera gestualidad. Emprendimientos como los liceos Jubilar, Impulso, Los Pinos y otros cuentan con apoyo empresario concreto buscando dar calidad y sustentabilidad a la educación de los jóvenes de menores
recursos.

Los resultados, homologados por el Ministerio de Educación y Cultura, son también rotundos. Los rendimientos académicos en las escuelas y liceos asistidos subieron de 56 al 84% en un solo año y ahora se planea la etapa universitaria. Con acompañamiento de psicólogos y pedagogos, los jóvenes se encaminan con mayor seguridad académica mientras las empresas sostienen el programa con recursos monetarios y de infraestructura.

En el Uruguay, la reforma fiscal de 2007 permite a las empresas que el 75% de las donaciones que realizan en el área educativa se impute como cancelación del Impuesto a la Renta Empresarial. Y estamos refiriéndonos a un país que, como el Uruguay, destina US$ 1.700 por habitante y por año a gastos sociales entre los cuales se encuentra educación, que se lleva US$ 262 por habitante.

Podemos mirarnos en ese espejo para intentar impulsar, durante los próximos cinco años de este gobierno, un giro copernicano al tema. Con US$ 170 de gasto anual en el área social (62 de ellos en educación), en el Paraguay gastamos apenas un décimo que el Uruguay, que tiene exactamente la mitad de nuestra población pero un PIB un 50% mayor.

Sin ser un país líder en la materia, Uruguay nos muestra el camino: aunque el Estado invierta un gran porcentaje de sus recursos en educación, aún queda un tramo considerable abierto a la iniciativa privada. Y una reflexión final que nos llega desde Montevideo: Los incentivos fiscales son importantes, pero la voluntad de las empresas de ayudar a la educación es cada día más firme y decidida. Y corre pareja con el trato interno del personal, caminos que deben correr paralelos para no enfrentar desencantos y reclamos violentos. Lo que se dice, una delicada ingeniería empresarial en tiempos de responsabilidad social.

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