domingo, 7 de septiembre de 2014

¿Por qué?

Debo confesar que me quedé sorprendida cuando esta semana se informó que habían retornado al país 72 soldados profesionales que fueron entrenados durante tres meses en Colombia. Estando allá, fui advertida de la situación, pero se manejaba como información reservada y confidencial. Secreta.

Aprovechando este desnudismo informativo quisiera sacarme una espina de encima por dos motivos: 1) Porque no lo pude decir con todas las letras respetando códigos y 2) Porque después de escuchar pedir auxilio al padre de Arlan no es bueno ser cómplices de una situación por omisión.

¿Mi desvelo? Que no se haya convocado a los colombianos a desembarcar en Paraguay para enfrentar lo que actualmente es el secuestro más largo en toda la historia del país y, por si fuera poco, el de un menor de edad. Si hubo un acierto indiscutible de Rafael Filizzola como ministro fue haber preguntado a quienes conocían las respuestas e invitarlos a venir inmediatamente luego de secuestrado Fidel Zavala.

Los que saben aseguran que Horacio Cartes confía en expertos israelías que mucho saben sobre terrorismo… pero tienen poca experiencia en guerrillas rurales, una situación importada y calcada de Colombia. Cincuenta años, 220.000 muertos, 25.000 desaparecidos y unos 30.000 secuestrados han dejado grandes lecciones en ese país latinoamericano. La primera, que sin inversiones sociales no se puede pretender erradicar la violencia, y la segunda, sin policías y militares profesionalizados tampoco.

Colombia hoy día exporta tecnología, adiestramiento y transferencia de conocimientos de seguridad a varios países latinoamericanos. Tienen sofisticados centros de inteligencia y de entrenamiento salidos de películas; fabrican armamentos, equipamientos náuticos y aéreos, veloces deslizadoras, bombas aéreas, armas de asalto y otras armas. Colombia tiene algo que no tienen los israelíes: experiencia y éxito en la lucha contra las FARC, el padre putativo del EPP.

Por citar un ejemplo, las siete bombas que arrasaron con el campamento y el búnker secreto del Mono Jojoy, jefe militar de las FARC, fueron desarrolladas por ellos mismos con una precisión impecable en la planta Santa Bárbara del municipio de Sogamoso. Sus aviones bombarderos están aún más sofisticados: tienen radares de última generación, cámaras multiespectro, sistemas de detección por calor Flir, sensores de radiofrecuencias, aerofotografía satelital, radiogoniometría. Al trabajo de inteligencia en tierra le suman la inteligencia del aire e inclusive por agua.

Lo repitieron decenas de veces: “Estamos dispuestos a ir al Paraguay si nos convocan. Si el problema de Colombia continúa en otros países, nuestro problema también continúa”, reflexionan. Y están prestos para desembarcar con conocimientos, con transferencias de tecnología, con apoyos tácticos, con lo que sea necesitemos.

Un comandante convoca a los mejores soldados cuanto peor es una guerra. ¿Qué espera Horacio Cartes para hacerse asesorar por los que más saben y que, casualmente, están en nuestra misma región?

Por Mabel Rehnfeldt

No hay comentarios:

Publicar un comentario